miércoles, 25 de julio de 2018

El economista naturalista de Robert H. Frank


Una buena recopilación de preguntas y casos prácticos para desarrollar la lógica económica y dinamizar la práctica en el aula.
 Robert H. Frank


El economista Robert H. Frank trata de buscar explicaciones a cosas aparentemente sencillas de la vida y en las que seguramente no pensarías, al mismo tiempo que explica ciertos temas económicos aplicados a un contexto más cercano. Entre los temas que trata están los modelos de oferta y demanda, el coste de oportunidad, el valor del tiempo y del dinero, y otras cosas curiosas.

Entre las cuestiones que plantea se encuentran las siguientes:
  • ¿Por qué las latas de refrescos son cilíndricas y los botes de leche rectangulares? 
  • ¿Por qué en unos coches el tapón del depósito está a la derecha y en otros a la izquierda? 
  • ¿Por qué se enciende una luz cuando abrimos el frigorífico, pero no cuando abrimos el congelador? 
  • ¿Por qué los ordenadores portátiles funcionan con la red eléctrica de cualquier país y, en general, los demás aparatos no?
  • ¿Por qué las tiendas que abren las veinticuatro horas del día (365 días al año) tienen cerraduras en las puertas?
  • ¿Por qué los estuches de DVD son mucho más grandes que los de CD, a pesar de que los dos tipos de disco tienen el mismo tamaño?
  • ¿Por qué muchos bares cobran el agua a sus clientes, pero les regalan los cacahuetes?
  • ¿Por qué muchos fabricantes de ordenadores regalan programas cuyo valor en el mercado supera el precio del aparato?
  • ¿Por qué son exorbitantes los precios de los minibares en los hoteles?
  • ¿Por qué las tiendas exponen artículos navideños en septiembre?
  • ¿Por qué la costumbre de dividir en partes iguales la cuenta hace que la gente gaste más en los restaurantes? 

Este economista busca y encuentra explicación a estos y otros muchos pequeños enigmas, seleccionados durante sus más de dos décadas de actividad docente. Prueba palpable de que las mejores clases de economía no tienen como escenario un aula sino la vida real y que los principios de la economía desempeñan un papel determinante, y sorprendente, en nuestro día a día.
  
Robert Frank

Y este es precisamente el objetivo del libro, convertir una serie de historias, ejemplos y casos reales, en un material didáctico que permita captar, asimilar y recordar los principios más básicos de la economía de una manera amena y dinámica.

APLICACIÓN PRÁCTICA EN EL AULA
El libro trata diversos temas económicos de una manera diferente y original. Entre ellos, destaca el concepto de coste de oportunidad.

En muchas ocasiones el consumidor se muestra irracional a la hora de concretar sus decisiones de consumo, no teniendo en cuenta el coste de oportunidad inherente a cada elección. En este sentido, Robert H. Frank muestra con un ejemplo este hecho, a través de la pregunta que se utilizó en una encuesta.


PREGUNTA DE LA ENCUESTA
Suponga que le ha tocado una entrada gratis para ir esta noche a un concierto de Eric Clapton:
  • No puede venderla.
  • Bob Dylan toca también esta noche y su concierto es la única alternativa que considera.
  • La entrada para el concierto de Bob Dylan cuesta 40 dólares y estaría dispuesto a pagar hasta 50 por verlo cualquier día (dicho de otro modo, si la entrada de Bob Dylan costase más de 50 dólares, no iría a verlo, aunque no tuviese otra cosa que hacer).
  • No hay más costes que considerar en ninguno de los dos casos.

¿Cuál es para usted el coste de oportunidad de asistir al concierto de Eric Clapton?
a) 0 dólares
b) 10 dólares
c) 40 dólares
d) 50 dólares
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SOLUCIÓN:
Si va al concierto de Eric Clapton, tiene que renunciar al concierto de Bob Dylan, que es la única actividad alternativa por la que estaría dispuesto a pagar dinero.
Si no va a este concierto, deja de ver una actuación que habría tenido para usted el valor de 50 dólares, pero ahorra los 40 que habría tenido que pagar por la entrada de Bob Dylan.
Por tanto, el valor de aquello a lo que se renuncia es 50 – 40 = 10 dólares.
Si ver a Eric Clapton tiene para usted un valor de al menos 10 dólares, debería ir a este concierto. De lo contrario, debería ir al de Bob Dylan.
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Esta pregunta se utilizó en el Estudio que elaboraron Paul J. Ferraro y Laura O. Taylor en 2005 sobre la percepción del coste de oportunidad. Dicho estudio se puede descargar aquí.

Entre los resultados y conclusiones a las que llegaron, destacan los siguientes:
  • Sólo acertó el 7,5% de los estudiantes universitarios que había realizado un curso de economía.
  • En cambio, hubo un 17,2% de acierto en un grupo que nunca había estudiado economía.
  • De 199 economistas profesionales asistentes a una reunión anual de la Asociación Económica Americana, sólo respondieron correctamente un 21,6%.
  • Una de las conclusiones a las que llegaron, es que el coste de oportunidad es uno más entre los cientos de conceptos con los que los profesores bombardean a los estudiantes en los típicos cursos introductorios. En consecuencia, los estudiantes apenas se quedan con una noción vaga de este concepto. Además, descubrieron que en los principales manuales introductorios de economía no se dedicaba suficiente atención a dicho concepto.


Por todo ello, Robert H. Frank considera, y estoy de acuerdo con él, que una forma efectiva para que el alumnado aprenda bien cualquier concepto es utilizar preguntas. La serie de ensayos que se pueden leer en el libro intentan precisamente sacar jugo a esta metodología.

Para aplicar esto de una manera efectiva, se debería pedir al alumnado que los posibles trabajos que tuvieran que hacer, tengan por título una pregunta, y que ésta fuese lo más interesante posible.  Esto debería ser así por tres motivos:
  1. Para dar con una pregunta interesante los estudiantes suelen verse obligados a considerar antes otras muchas preguntas, lo que es un buen ejercicio que facilita el aprendizaje.
  2. Cuando a los estudiantes se les ocurren preguntas interesantes, se divierten más con el trabajo y se esfuerzan más.
  3. Y si la pregunta planteada por el estudiante es interesante, es más probable que éste hable de ella con otras personas. Si un estudiante no puede sacar una idea del aula y utilizarla fuera, no llega a comprenderla. En cambio, si la utiliza por su cuenta, la hace suya para siempre.


Robert Frank